José
Francisco Luz Gómez de Travecedo.
Como
dije anteriormente, o se crece por encima de 2,8% o se destruye empleo (F.
Becker, Estudio sobre la ley de Okun en España, 1981-2009). Por esto, de ser
cierto lo del crecimiento que anuncia el gobierno, muy inferior a ese 2,8%, y
de ser cierto también lo de que se crean puestos laborales, el trabajo creado
es de muy escasa productividad. Estaríamos regresando al PIB inicial, previo a
la crisis, por un camino distinto; por el camino que conduce a una nueva
estructura socioeconómica de corte tercermundista por lo que hace a lo social
(una desaparición de la clase media y el afloramiento de una sociedad de ricos
y pobres) y de servicios por lo que hace a lo económico. Naturalmente, esto es
una caricatura de lo que sucederá, pero se asemejará mucho a lo real.
Por
otra parte, ¿hay motivo alguno para creer al gobierno cuando ofrece datos
económicos? Por ejemplo, cuando habla del PIB, ¡ah, el PIB siempre el PIB!, lo
presenta prácticamente estable, lo cual resulta muy difícil de creer dado el
continuo aumento de la tasa de paro. Es más, desde el año 2008 el PIB español
se mantiene prácticamente invariado según el gobierno, pero resulta
increíble dado el aumento continuo de la
cifra de parados.
Por
otra parte, ¿por qué esa obstinación política en presentar unicamente al PIB como exponente de la solvencia económica de un país
cuando se sabe que es una magnitud habitualmente manipulada? ¿Por qué no hablar
al tiempo del consumo de electricidad que guarda relación estrecha y directa
con el PIB?
Pues
porque silenciando este dato, y otros (producción industrial, consumo,
capacidad de ahorro, etc.), el gobierno puede hablar de un crecimiento del PIB
en el último año del 1,3% que no se corresponde con un decremento del consumo
eléctrico del 0,2% en dicho tiempo ni con las previsiones para España del FMI
para el periodo 2014-2018.
Según Eurostat (manejando datos aportados por los
Estados), en Grecia, entre los años 2007 y 2012, ambos inclusive, el paro
aumento hasta el 24,3% con una caída del PIB del 20,1%. En ese mismo periodo,
en España, ¡oh, maravilla!, el paro creció hasta el 25% y, sin embargo, el PIB
solo menguó el 3,6% quebrando la ley de Okun. O sea, el descenso de la
población activa no afecta al PIB, salvo que ahora seamos un país de economía
enormemente productiva. ¡Inaudito! Naturalmente, tal estabilidad del PIB
conviene al gobierno que puede alardear de una deuda pública razonable y de una
presión fiscal perfectamente aceptable con margen de maniobra incluso. Por eso,
porque su veracidad es dudosa, una vez más lo repito, dejen los políticos
hablar a los técnicos que nos podrán explicar, si pueden, por qué en España la
ley de Okun no se cumple y relatar las consecuencias sobre el modelo social de
este hecho. Dicho de otro modo, deberán explicar por qué la medición oficial
del PIB no refleja el estado real de la actividad económica española.
La política española vive momentos
lamentables. Perdió paulatinamente, si es que fue decente en algún momento, su
sentido, su justificación, que no puede ser otro que el de actuar como valedora
del pueblo soberano dispuesta siempre a defender sus intereses. Pasó de
representar a los ciudadanos a representarse a si misma. Sus políticos: una nube
de corifeos rodeando a su jefe de filas con la mirada puesta en éste, en
absoluto en sus representados. No ha sido propósito de la política servir a la ciudadanía sino perpetuarse en el poder a cualquier precio, deformando la
realidad de los hechos todos y arrimando de continuo ascuas a su sardina. En su
deseo de controlar por completo el aparato del Estado no han dudado en
infiltrarse hasta las capas más profundas de la Administración marginando al
probo y docto funcionario que, este sí, sabe de que habla y no tiene la lengua
atada por compromisos derivados de tal condición. Es verdad, no obstante, que
hasta en la función pública se hallan individuos siempre dispuestos, a cambio
de los favores recibidos, a ser la voz de su amo. Un hecho este que envilece
aún más al que, corrupto, corrompe.
Rendir cuentas a los ciudadanos será
siempre obligación inevitable del político y faltar a la verdad, ya sea
mutilándola o negándola, es algo absolutamente contrario a tal obligación.
Estoy absolutamente seguro de que todo cuanto dicen , todo y todos, en absoluto
es cierto. Influidos por el make-up vigente,
ellos también lo maquillan todo y así es imposible avanzar. Si los problemas no
son planteados de forma correcta, la solución será imposible.
Acabo de leer un detallado informe de M.
Llamas titulado: Las diez vergüenzas de
Grecia que nunca le contarán Syriza ni Podemos. Les invito a leerlo y
podrán apreciar hasta donde son capaces aquí y allí estos politicastros que hoy
nos toca sufrir.
Quiero hablarles también de cómo se oculta
la realidad del paro en España. A que tretas se recurre con el único fin de
presentar, para su exclusivo beneficio, la realidad laboral del país.
Al igual que sucedía con el PIB al que se
quiere presentar como una perfecta fotografía de la situación económica, con la
disminución del número de parados registrados se pretende confundir a la
opinión pública al hacerla creer que equivale al número de personas que han
abandonado la situación de desempleo para ocupar un puesto de trabajo, pero no
es así, razones ajenas a las estrictamente laborales pueden explicar la
disminución del numero de parados registrados: apuntarse a cursillos, dejar de
sellar la cartilla de paro, pasar a la jubilación, abandonar el país, etc.
De hecho la unión europea no acepta estos
datos y sí, los aportados por la EPA. EPA que ha mostrado como, en el cuarto
trimestre del año pasado, el paro ha aumentado en 31.000 personas y de seguir
así en el 2015 se habrán destruido 120.000
empleos más. Es cierto, según informan, que el año pasado se crearon 433.000 puestos laborales, cifra que, a bombo
y platillo, se presenta como merito propio, pero no es menos cierto que la
destrucción de empleo prosiguió y veremos si el balance real es positivo o
negativo. No obstante, llama la atención que sea meritorio el aumento de los
puestos laborales, con independencia de su calidad, y no sea considerado
demérito la destrucción de puestos de trabajo. ¿Por qué? Algo parecido al caso
del Bosque: el campeonato del mundo fue su mérito y se le hizo marqués, pero el
fracaso en el último, no fue su demerito. Así pensó cuando ni dimitió ni
devolvió el titulo. Curiosa manera de razonar, desde luego.
Para terminar: no echo en cara al gobierno
que no acierte a enderezar la nave de la economía, que anda escorada, porque no
creo que un gobierno pueda hacer algo al respecto salvo no empeorar las cosas.
Le reprocho que no sea franco respecto de la situación socioeconómica y, sobre
todo, que con su actitud haga suponer que son los gobiernos los encargados de
organizar la vida económica de sus países. No creo que esto sea de su competencia,
lo es de la sociedad civil ahora tan anquilosada, aunque si pueden y deben no
poner palos en las ruedas de la misma incrementando la renta disponible y
favoreciendo la investigación que haga posible la facturación de bienes de alta
tecnología. Para ello es imprescindible reducir el tamaño del Estado que deberá
cuestionarse como menguar el oneroso entramado administrativo y político que ha
terminado siendo un lastre que impide el despegue económico al desviar fondos
de los contribuyentes hacia tareas en absoluto productivas e impedir
consiguientemente consumo, ahorro e investigación.