jueves, 13 de noviembre de 2014

¿UN ÉXITO?


José Francisco Luz Gómez de Travecedo.

Me restriego la cara, me froto los ojos y me pellizco las orejas. Intento despertar porque, sin duda, aún duermo, aún no me he despertado del todo. Así me explico lo que leo: que el resultado de la votación del día 9N  ha sido un éxito. ¡Un éxito!
Veamos los resultados: en números redondos, aceptando la pulcritud del procedimiento, votaron 2,3 millones. De ellos, un 80% se pronunciaron a favor de la independencia. O sea, 1,8 millones de votos. Es decir, un 25% del censo electoral. Pero si descontamos a los menores de edad y a los extranjeros, ese 25% mengua hasta valores ridículos en absoluto acordes con el aparato y las declaraciones contrarias a el Estado español de estos meses.
¿Por qué no reconocer que ha sido un fiasco, un fracaso en toda regla? ¿Por qué no reconocer que las ideas de patria y sentimiento nacional son ya agua pasada que no mueve molino salvo para los de siempre, aquellos que aupados en la chepa de otros se desplazan con comodidad, para aquellos que saben pescar en aguas revueltas?
Es ya intolerable que se niegue una y otra vez la realidad pero que esta mentira se utilice como argumento para una salida negociada...
¿Cómo pretender que el gobierno del Estado que esta para hacer cumplir la ley pacte la disolución del Estado arrogándose el poder soberano e incurriendo en delito de leso Estado? Es tan estúpido como pretender que la Iglesia Católica acepte el aborto por razones de anacronismo. Estúpido.
¿Un grupo de cócoras, personas molestas e impertinentes en demasía, aquí y allá, hablan de modo discrecional carente de toda sensatez acerca de un problema político, dicen, y raudo el Estado debe correr a solucionarlo? Que son minoría: ¿qué importa? Ellos han decidido hablar por todos, decidir por todos, pero también que sean los otros lo que pechen con las consecuencias. Podríamos decir que incurren en sinécdoque política al hacer equivalente la parte al todo, la facción al conjunto de los ciudadanos. Ellos son Cataluña. Cataluña dicen, en lugar de nosotros decimos, quiere ser independiente.
¡Ah, el día en que los clérigos dejen de hablar en nombre de Dios y los políticos en nombre del pueblo...¡   
No. No se trata de un asunto político porque no atañe al cuerpo político en su conjunto. Se trata de un asunto de orden constitucional que un sector de la autonomía catalana pretende quebrantar.
Imaginemos la escena. En un vagón de un tren con destino X, un grupo minoritario decide que no quiere seguir viajando a dicho destino y pretenden, por razones arbitrarias, que el vagón sea desenganchado y dejado en vía muerta hasta tanto llegue su locomotora, pero, además, que el resto de los ocupantes corran su misma suerte. ¿Cómo puede verse aquí un problema que no sea de índole delictiva? La imposición de un grupo sectario sobre los demás. Un delito de suplantación de personalidad, un secuestro de la opinión pública. Un ataque a los derechos humanos...
Un delito, pues, de lesa ciudadanía a la que se atropella y enchiquera contra su voluntad. Inaudito y más que haya quien no vea esto con claridad. Empezando por el presidente del gobierno que debió argumentar contra tales pretensiones hace tiempo y llevar el tema a los foros internacionales. Debió hacer ver en Europa y en las Naciones Unidas lo que aquí se estaba urdiendo, una operación de marginación de la mayoría por un grupo de muy honorables burgueses servidos por una trupe de adictos gracias a la transferencia de la competencia educativa del Estado. Debió, valiente, recorrer Cataluña exponiendo al pueblo llano las consecuencias para ellos de una acción que solo a la alta burguesía catalana favorecía e interesaba, como siempre: desde la de Pau Claris que tiene el triste mérito de hacer francesa a Cataluña (entregó el principado a Luis XIII) hasta la de Companys pasando por la federalista de 1873  y la de Maciá. Acciones que lograron en total 12 días de independencia. Un éxito, pero, eso si, tras cada levantamiento, nuevas ventajas y competencias. Lo tienen bien aprendido, incordia y obtendrás beneficios. Algo, mucho, de esto hay tras los hechos actuales. Y debió hacer saber que su mano no temblaría en la aplicación de la ley.
Creo que si la teoría que los apoya es el derecho de autodeterminación de los pueblos, como ellos lo interpretan, estarán dispuestos a aceptar, ipso facto, el derecho de autodeterminación de los pueblos propiamente dichos. Esto es, permitir que los ayuntamientos de Cataluña no desafectos sigan formando parte del Estado. Principiando por los del  Valle de Arán que se ha manifestado aragonés y por tanto español. Por cierto, segregado de Aragón y adjuntado a Cataluña aprovechando la Generalitat el vacío de poder tras la muerte sin descendencia de Martín el Humano. ¿No resulta esto razonable? Desde luego, Cataluña sería un auténtico mosaico, pero así están las cosas. 
Por último, no se me alcanza la razón por la que el 9N fue considerado el día perfecto para tan pintoresca consulta. Tal parece un irritante sarcasmo que el día en que se celebraba la caída del muro de Berlín y Merkel hablaba de una “Europa unida y edificada sobre valores comunes” aquí se intentara levantar uno. ¡Qué paradoja!


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