lunes, 25 de mayo de 2015

PENSAMIENTO Y NACIÓN



José Francisco Luz Gómez de Travecedo

Los historiógrafos nos hablan de la Edad Moderna que precede a la Edad Contemporánea. Edades en absoluto transitadas por el grueso de la humanidad que se rezaga y aún no ha traspasado el umbral de la Moderna. Quiero decir que el Homo sapiens de Linneo es una rara avis entre tanto Homo sentiens de Ferrarotti, entre tanto Homo videns de Sartori. Vale decir que impera el pensamiento mágico, medieval, dado a la superstición. El pensamiento que idea quimeras,  fábula y teje leyendas. Un pensamiento de principios y fines, de causas eficientes y finales que nada sabe de incertidumbres. Para él todo es claro, palmario, evidente. ¿Cómo, pues, tolerará la disidencia? Es pensamiento intolerante, implacable con el contestatario recalcitrante al que no dudaría en mandar a la hoguera o, cuando menos, al ostracismo. Este modo de pensar, al igual que una marca de moda, deja su huella en todo, pero, sobre todo, en la arquitectura (organización) socioeconómica. Es el pensamiento que alumbra el mito de la nación entendida como una deidad que requiere una casta sacerdotal, unos rituales y, por supuesto, unos mandamientos. Frente a él, el pensamiento científico, moderno: el del Homo sapiens. Cada uno tiene su lenguaje. Mientras el de este es conciso, carece de retóricas y apunta a la razón, el de aquel  es pomposo, vano, apunta al sentimiento y cuando político sirve al propósito de calentar los ánimos siendo propio de los demagogos. Es un lenguaje excluyente del otro, apto para xenófobos y contrario a toda cooperación. Aborta todo intento de convivencia sobre bases racionales e impide por completo el progreso. Es el lenguaje propio de sociedades cerradas, anquilosadas, solo aceptables por seres alienados y la casta que los pastorea. Cada vez que oigo hablar a un especialista en derecho foral, de esta o aquella autonomía, me echo a temblar. Es un lenguaje arcaico e incompresible para los hombres modernos. Hombres preocupados por su identidad personal y su lebensraum (espacio vital) ; en absoluto, por tal o cual patria, por tal o cual entidad histórica. Hombres que no entienden de derecho foral porque no aceptan discriminaciones, bulas ni derechos de pernada, Hombres dispuestos a colaborar porque en la ayuda mutua radica el interés personal. Hombres hoy europeos, mañana terrícolas. 

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