martes, 26 de mayo de 2015

TARARÍÍÍÍÍÍ...


José Francisco Luz Gómez de Travecedo

¡Hola, hola! ¿Pero que tenemos aquí? -me pregunto cuando por el rabillo del ojo excita mi curiosidad el colorido chillón de un vehículo que rueda por la calzada-, ¿una carrera ciclista, quizás, con sus coches multicolores?, ¿el vehículo de una cadena de televisión, tal vez?, ¿el buga maqueado de un excéntrico, acaso? –sobrepuesto intento contestarme, pero es tarde y el vehículo se pierde a lo lejos-, ¡Qué lástima, señor! –pero no, poco después el mismo vehículo me rebasa en dirección contraria y, prevenido, en sus costados leo: policía de Aragón-. ¡Vaya por Dios! Otra más. Otro pasito en pos del estadito, tararííííí...,  con el que sueñan nuestros autonomistas que ya tienen oficina de Asuntos Exteriores, pronto, presumo, selecciones nacionales y, más y más competencias estatales, tararííííí... ¿Para cuándo una ceca? Por el contrario, ni el más mínimo avance en la obtención del tesoro sacro, ni en la recuperación del patrimonio documental retenido en el Archivo de la Corona de Aragón so pretexto de no quebrarlo, ni en las comunicaciones transpirenaicas (ferroviarias incluidas que también cuentan con detractores: en la red puede leerse un Manifeste contre le projet de túnel sous le vignemale). El Aragón de nuestros políticos localistas en un mediterráneo que juega a estadito, tararííííí..., pero olvida que otrora, siendo reino, fue a remolque del Condado de Barcelona que lo convirtió poco más que en el patio de atrás. Por cierto, ¿dónde se hallan enterrados los reyes de la Corona de Aragón? ¿dónde el panteón real? ¿en san Pedro El Viejo? ¡Tararí que te vi! En Poblet, Tarragona. ¿Lo dudaban? La porfía en acentuar el hecho diferencial, más bien la creación del hecho mismo, por parte de nuestros políticos localistas, todos, es anacrónica, peligrosa -porque es caldo de cultivo del patriotismo que será siempre un sentimiento de identificación contra (en acertada expresión de José Antonio Marina)-, absurda, un pecado económico, contraria a los intereses de los ciudadanos, que se ven enchiquerados, y a los esfuerzos por ampliar nuestro espacio vital. Es Europa nuestro empeño y si algo debemos ser ahora es europeos. No es la policía de Aragón la que interesa sino la de Europa, aún más que la estatal, y que nuestras conexiones con ella sean estas o aquellas: ¿qué más dará?



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